La InCeRTidUmBre HumAnA

La vida es una sola, quizá muchos creamos que existe un más allá y que la muerte no es el fin, pero a pesar de esas creencias, aún no tenemos una evaluación científica al respecto. Pensemos entonces que atravesamos la vida una sola vez. Algo o alguien nos deposita en el mundo para que vivamos, pero además de todo, no nos deja desprovistos, nos otorga una mente inteligente. Pero esa mente que nos regala viene emparejada con virtudes, con errores, con retazos de herencias ancestrales y además, se incertará en una cultura predeterminada y estructurante. Si, somos animalitos desgraciadamente suertudos, porque llevamos en nuestra memoria la marca de la incertidumbre, estamos obligados a sobrevivir a los malestares del universo al tiempo que debemos actuar en él y evitar el desvío. No podemos ser bestias "sin cerebro" porque nuestra mente nos obliga a meditar, a cuestionar, sin embargo, tenemos que luchar para vivir, para alimentarnos y para procrear, porque esa es una ley genética, dejar un legado, prolongar la especie. Esto, por más que no queramos, nos convierte en seres paradojales. Queremos ser felices, pero también no podemos evitar el sufrimiento, es más, lo aceptamos, incluso lo buscamos. A pesar de poder pensar nos comportamos peor que los animales y destrozamos la naturaleza, las cosas que creamos, hasta nos asesinamos entre nosotros sin piedad. Quizá alguna vez fuimos mas civilizados de lo que hoy somos, no por nada las culturas antiguas lograron mas que nosotros y con menos. No por nada vivieron en armonía con todo el universo y no derrocharon los recursos provistos por la tierra. El ser humano evoluciona al tiempo que involuciona, porque no sabe como unificar, o al menos relacionar, sus pensamientos, su espíritu y su cuerpo, tan carnal como todos los demás seres que caminan sobre la Tierra. Es un profeta que autocumple sus propios miedos, que vive como si no viviera. Tal vez todavía nos quede mucho por recorrer para aprender que significa estar vivos, quizá está en los planes de algún ser supremo nuestra incertidumbre, como si ésta misma pudiera ser maestra de nuestras certezas futuras.