Saturday, July 15, 2006

HaBlaR PoR HaBlar

No hablemos por hablar, usemos las palabras para enriquecer la vida, para condimentarla, no para envenenarla. Las palabras nacen en el alma y se expanden hacia el universo. Pero como todo lo demás, regresan hacia nosotros, regresan a la fuente. Por eso es muy importante cuidar las palabras, usarlas para un buen fin, acomodarlas en una canción de luz y afecto, para que no vuelvan contra nosotros convertidas en ira y dolor.
Las palabras son energía, las crea y las conecta la mente, y la voz de encarga de difundirlas. Cuando parafraseamos contra los demás, cuando maldecimos o cuando hablamos por hablar nuestra energía se vuelve oscura y comienza a hacernos personas distantes, apagadas. Los palabras que emitimos nos califican y condicionan, nos conectan con los demás y con nuestro ser interno, son nuestra carta de presentación como personas. Podemos conocer a una persona de gran belleza pero si nos acercamos a la misma y nos damos cuenta que su vocabulario es vago, bulgar, hasta poco productivo, que difama sin haber conocido aquello que difama, que habla de lo que no sabe y hace de dictador de los demás, es poco probable que esa persona nos interese.
Las palabras son creadoras de realidades, ¿quién no se sintió reconfortado ante una palabra de aliento, de afecto, cuando estaba triste? Las palabras son capaces de conectarnos con otros mundos, con nuestra imaginación más pura, la que teníamos en la infancia y perdimos. Con ellas podemos llegar al corazón de todos o podemos destruir. El poder que poseen las palabras las hacen reinas de la verdad y también soberanas de la mentira. Depende de como sean usadas pueden crear ángeles o estructurar el infierno.
No podemos hablar por hablar porque el DECIR es un don que la evolución nos dió y derrocharlo es como tirar a la basura una piedra tallada por nuestros ancestros. Las palabras son dadoras de vida y son asesinas al mismo tiempo. Las palabras pueden matar el alma así como un arma puede matar el cuerpo.
Hablar por hablar no genera satisfacción, nos va vaciando de a poco. Enfrentar a la vida con las palabras, y sobretodo con la verdad es el mejor camino. Nuestro destino es ser individuos impregnados por el lenguaje, desde incluso, mucho antes de aprender a hablar. Los significados nos invaden y nos hacen ser lo que somos, nos van acomodando en nuestro mundo cultural. Usemos las palabras como si cada vez que las decimos estuvieramos desparramando diamantes por el aire, cuanto más bellas y más pulidas estén, mejor impacto tendrán en la visión de los otros y más lindo decorarán el mundo.

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