Thursday, July 13, 2006

ApRenDer a SuPerArsE

No es fácil crecer, no es fácil aprender de nuestros errores. Somos ignorantes hasta que caemos y aprendemos a levantarnos, no es malo equivocarse, nos ayuda a progresar. El ser humano comete el error de querer ser el mejor en todo lo que hace y se olvida en el transcurso de SER simplemente. Se olvida de actuar, de su libertad de elegir. Deja de lado su condición de individuo libre y acciona de acuerdo a los modelos preestablecidos. El ser humano no sabe muy bien qué está bien y qué está mal, asi que sólo sigue los ideales del la voz general. Pero no siempre ser el mejor y llegar a las metas que el mundo impone es hacer lo correcto. Somos seres de costumbre y de por sí la soledad nos cuesta, así que intentamos por todos los medios encajar en el medio social, intentamos ser aceptados, no ridiculizados por los demás, y en lo posible destacarnos positivamente dentro de los grupos a los que pertenecemos.
Muchas personas han llegado a la cima perdiendo en el camino lo que más los hacía feliz. Cuando alcanzamos la cúpula del mundo, llega el vacío, la soledad, y no muchos están preparados para soportarlo. La cima, aunque lleguemos a ella, no siempre es nuestro objetivo en la vida. También podemos decir que si llegamos hasta allí es por algo, el destino nos impone esa cima para que aprendamos, pero es nuestra obligación hacerlo, porque no dura demasiado la felicidad de haberla alcanzado. Ser el mejor nos emparenta con el orgullo pero también con arrogancia, con la hipocresía, con el deber de aparentar siempre serlo y con lo material.
Tratar de cumplir de la mejor manera posible nuestras tareas es distinto, hasta llegar a ser el mejor en alguna de ellas no es malo. Querer ser el mejor en todo puede llegar a ser enfermizo.
Equivocarnos es humano, aceptar que nos equivocamos y aprender de ello es de sabios o al menos, de futuros sabios. Por eso es muy importante enseñarles a nuestros niños a aceptarse con defectos y con virtudes, enseñarles a que pueden equivocarse, que no es malo. Eso les dará más confianza en ellos mismos, más ganas de enfrentarse al mundo sin miedo a las consecuencias, los hará decididos y capaces. Y además lograrán angustiarse menos. El mundo es lo que somos, es lo que creamos en él y de él. Un mundo mejor para los niños es un mundo mejor para nosotros. Si nos equivocamos, lo aceptamos y aprendemos, podemos explicarles mejor a nuestros hijos, a través de nuestra experiencia. Podemos dejar la huella y que ellos la sigan.

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